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jueves, 2 de julio de 2015

Hablar de las adicciones sin perder la esperanza

Esta entrada es sobre las #adicciones en mi familia materna.

Quise no escribir, porque imaginé a parte de mi familia enojada por hacer público lo que ya es público; pero la verdad quería escribir mucho sobre esto porque está jodiendo tanto a las personas que amo, que tengo romper ese círculo silencioso de vivirlo solo "entre la famila" o "entre conocidos".

Es decir, estoy convencida que para arrancar las adicciones de raíz en la familia, hay que empezar por hablar de ellas y dejar de victimar a las personas amadas.

Total, las estadísticas de la OMS dicen que anualmente mueren  3.3 millones de personas por 60 tipos de muerte relacionadas con alcohol.  Es decir, está afectando a mucha, mucha gente.

Solo en esta semana me llamaron para avisarme que mi primo A. está hospitalizado por síndrome de abstinencia y que mi sobrinita M. que es una adolescente tienen problemas con las drogas y la policía.

¡Púchica! Eso fue lo que dije en mis adentros, porque están bien jóvenes, son sumamente inteligentes.

A. solía hacer unos hermosos murales, dibujar muy bonito, tiene una buena ortografía y sabe de historia, química, literatura... M. baila super bonito y es bastante creativa, también podría ser mejor alumna pero hace tiempo ya va de panza.


Las adicciones han estado presentes en mi familia desde hace años. Mis dos tíos varones tuvieron fuertes ligues con el alcohol, ambos eran muy violentos, pero hace décadas lo superaron y están bastante estables.

Uno de mis primos, R. se vio muy mal, lo recuerdo caminando por las calles del pueblo muy de mañana, hablando solo, sosteniendo una conversación consigo mismo, sin reconocer a nadie. Ahora está mejor que entonces, ya tiene rato trabajando y haciendo de las suyas - pero bien cuerdo-.

Créanme, veo el panorama y pienso que hay un gran vacío que llenar, arrancar el asunto de la raíz, y sanar el dolor que la familia trae en su historia.

Me parece que en mi familia materna -la extensiva- hace falta pedir disculpas o recibirlas, dejar que otros sean felices o dejarse ser feliz, aceptar la muerte y ver la vida, superar el abandono, la ausencia, el dolor y canalizar mejor el rencor.

Pero sobre todo falta Amarse, en todo Amarse con la mayor sinceridad posible, Amarse, Amarse y dejar que les Amen.

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Si leen esto algún día, sepan A. y M. que les amo profundamente y que guardo esperanzas en ustedes.


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