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lunes, 27 de septiembre de 2010

800 Km de asombro

Si algo me gusta de mi trabajo, son los viajes, pues con éstos he conocido municipios del país a los que no había ido. Eran municipios que conocía por las noticias, por las palabras de otras personas, por algunas fotografías.

Entre el miércoles y el jueves de la semana pasada fui a San Carlos y a Nueva Guinea, recorrí junto al equipo de trabajo 800 kilómetros y unas cuantas aventuras: ríos crecidos, apagones de luz, algunas cucarachas y un choque. Cada ves que viajo, parezco niña, porque me admiro de todo, me enamora el campo.


La gente de mi trabajo me mira raro, porque mucho duermo en el carro, pero cuando estoy despierta no paro de decir: ¡Qué lindo árbol!; ¡Ay, un chanchito!; ¡Ya vieron que las puertas de estas casas son diferentes!; ¿Qué planta es esta?; ¿Cómo hacen esas casas?; ¿Por qué la gente hace ventas tan pequeñas?

También me gusta relacionarme con las campesinas y los campesinos, escuchar sus historias, platicar, preguntar y aprender de su vida. Para mí, son personas ingeniosas, amables, alegres y por lo que he visto se están adaptando muy bien a los celulares.

Yo no soy del campo, pero me gusta, aunque allá no todo es maravilla, aprecio lo que tienen: grandes patios, frutas a la mano, mascotas inusuales, bastante silencio, el misterioso e indescriptible olor que despiden las plantas a las cinco de la tarde y el rocío de la madrugada. Lo aprecio, lo agradezco y lo disfruto.