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viernes, 19 de noviembre de 2010

Viernes lentos

Los viernes en mi oficina pasan lentos, especialmente entre la una de la tarde y las cinco y media de tarde, hora en la que debo marcar mi salida. Otros días, cuando tengo mucho trabajo la tarde corre, viaja veloz y oscurece tan pronto que de repente no puedo ver con claridad a través de mi ventana.

Por lo general pierdo la concentración, entro al twitter, al facebook, los cierro y me olvido de ellos. Abro una hoja de Word, y se que da en blanco, transcribo y me duermo, leo y no comprendo; mi cabeza está enfocada en el momento de poner mi dedo gordo sobre el reloj digital a las cinco y media.

Así que mis tardes de viernes son interminables, justo ahora, faltan 7 minutos para la hora deseada y siento que los quince minutos restantes se multiplicarán. El clima hoy no me ayuda, cae una lluvia leve, pero no me detendrá en mi carrera por salir de aquí.

Aclaro: amo mi trabajo, no es el que sueño para mi, pero disfruto de los viajes y de escribir sobre ellos, sin embargo, cuando éste día llega, no quiero ni ver el escritorio de la computadora.

Ahora falta menos tiempo, tendre paciencia, marcaré y disfrutaré del hermoso fin de semana… hasta que el ciclo se vuelva a repetir.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Estoy angustiada o soy angustiada

Hay varias cosas que dan vuelta a mi cabeza, decisiones por tomar, asuntos por resolver a largo plazo y en el día a día. Hace varias semanas, siento un dolor de cabeza, me falta el aire, no duermo bien. Trastorno de angustia dice mi madre, yo lo niego ante ella, pero así es.

Pero me he dado cuenta que ya tengo muchos meses con este sentimiento y me pregunto si es que estoy angustiada o soy angustiada. Es decir, estaré tan acostumbrada a este sentimiento que ya "se me pegó". Y la verdad quisiera saber como estar tranquila, sin pensar que tengo que resolver, que tengo que solucionar, pero no sé como.

La palabra paciencia ya no me convence, intento organizarme y no lo logro, relajarme y no lo logro, quiero hacer reiki y no tengo motivación... solo pienso en el futuro, y no termino de vivir el presente.

Espero que esta sensación desaparezca rápido, me prometo buscar soluciones y espero no ANGUSTIARME en el intento... pues entonces, estaré tocando fondo.



viernes, 22 de octubre de 2010

“Recordá”, y yo recordé

Sentirse mal con una misma siempre sucede. Y sucede porque estamos acostumbradas ver lo malo, lo que no hicimos, lo que nos falta; acostumbradas a que nunca daremos la talla, nunca daremos gusto, nunca seremos lo que otros quieren.

Así me he sentido por mucho tiempo, siempre queriendo dar para todos y todas, nunca para mí. No me doy tiempo para disfrutar de mi misma, de mis aficiones, de mis manías, de mis desayunos, almuerzos y cenas, y las toñas.

He pasado dos semanas devaluando lo que tengo y peor aún, lo que deseo. Y hoy, al escribir esto, me he permitido ver el otro lado de las cosas y abrirme a las sensaciones que me he estado negando.

Me dijo Scarleth, entrañable amiga: “recordá que atraemos a nuestras vidas todo aquello que sentimos, pensamos e imaginamos”, y yo recordé. Entonces, me he propuesto hacer –aunque me costará mucho- lo que ha posteado en el Facebook de Yo Soy:

 Carta de Violet Trefusis a Vita de Sackville- West
"Se malvada, se valiente, emborráchate, se imprudente, se disoluta, se despótica, se anarquista, se una fanática religiosa, se una sufragista, se lo que quieras, pero por piedad selo hasta el límite. Vive, vive plenamente, vive apasionadamente, vive desastrosamente au besoin [si es necesario]. Vive la gama de las experiencias humanas, construye, destruye, vuelve a construir. ¡Vive, vivamos tú y yo, vivamos como no ha vivido nadie hasta ahora, exploremos e investiguemos, avancemos sin miedo por donde hasta los más intrépidos han titubeado y se han detenido! […]"
 Octubre de 1918

Este post me ha conmovido hasta lo más profundo, porque me hace sentir todo lo que puedo ser y hacer, donde puedo estar y disfrutar. Así, pues, este será ahora uno de las estrofas que mantendré pegada en mi pizarra de corcho, parar recordar cada día que la vida es más que dar, es más que sentir dolor y es más que tristeza... que la vida es pasión.

lunes, 27 de septiembre de 2010

800 Km de asombro

Si algo me gusta de mi trabajo, son los viajes, pues con éstos he conocido municipios del país a los que no había ido. Eran municipios que conocía por las noticias, por las palabras de otras personas, por algunas fotografías.

Entre el miércoles y el jueves de la semana pasada fui a San Carlos y a Nueva Guinea, recorrí junto al equipo de trabajo 800 kilómetros y unas cuantas aventuras: ríos crecidos, apagones de luz, algunas cucarachas y un choque. Cada ves que viajo, parezco niña, porque me admiro de todo, me enamora el campo.


La gente de mi trabajo me mira raro, porque mucho duermo en el carro, pero cuando estoy despierta no paro de decir: ¡Qué lindo árbol!; ¡Ay, un chanchito!; ¡Ya vieron que las puertas de estas casas son diferentes!; ¿Qué planta es esta?; ¿Cómo hacen esas casas?; ¿Por qué la gente hace ventas tan pequeñas?

También me gusta relacionarme con las campesinas y los campesinos, escuchar sus historias, platicar, preguntar y aprender de su vida. Para mí, son personas ingeniosas, amables, alegres y por lo que he visto se están adaptando muy bien a los celulares.

Yo no soy del campo, pero me gusta, aunque allá no todo es maravilla, aprecio lo que tienen: grandes patios, frutas a la mano, mascotas inusuales, bastante silencio, el misterioso e indescriptible olor que despiden las plantas a las cinco de la tarde y el rocío de la madrugada. Lo aprecio, lo agradezco y lo disfruto.

lunes, 7 de junio de 2010

Los usos de las aceras

Cuando tenía alrededor de 14 años, tiempo en el cual te desprendés de los juegos infantiles, comenzamos a reunirnos junto con mis primas, primos, amigas y amigos del barrio José Santos Rodríguez en la acera de la casa esquinera que estaba frente a la casa de mi abuelita Inés. A las siete de la noche, después de la cena, nos mirábamos ahí para darnos bromas, contarnos chistes o historias de miedo: que la carreta nagua, que bajando para el río te asustan, que pasa una mujer llorando a la media noche, que el fulano está jugado de cegua.

Las carcajadas y los gritos eran comunes todas las noches, hasta que un día se escuchó un gran: ¡Chó, váyanse de aquí! Hicimos silencio durante un momento y luego continuamos como antes. Después de unos días, encontramos que la acera estaba cubierta por aceite negro, así que nos cambiamos de acera. Ahora no recuerdo la secuencia, no sé si la primera acera fue la de don Tino Lagos, la de Aura Elisa o la mi abuelita, pero rodamos por todas.

La acera de la casa de mi abuelita es de ladrillo rojo, pasa la mayor parte del tiempo polvosa y rayada, la verdad que el ladrillo esté seco y gastado a los chavalos no les impide dejar sus mensajes amorosos, eróticos, tiernos o vengativos. Se ha convertido en el medio de expresión por excelencia de los jóvenes reprimidos que estudian en la Escuela Nuclear, la que queda en frente.

Más o menos a esa edad también pensé: Las aceras no son de los dueños de las casas, son de la gente. Luego me cuestioné que de ser así las alcaldías debían preocuparse por ellas y no el ocupante de la casa, tendrían la misma anchura, el mismo diseño y las encontraría a lo largo y ancho de mi pueblo, según las reglas de urbanismo. Pero no. Quien quiera tener aceras deberá hacerlas y eso le da derecho a disponer de ellas, quien ocupe las aceras deberá cuidar la propia y la ajena, a fin de tenerla siempre para dar bromas, contarnos chistes o esperar la Carreta Nagua después de la fiesta.

miércoles, 2 de junio de 2010

Amistad entre mujeres

¿Has pensado sobre la amistad entre mujeres? Yo sí. Desde pequeña con mis primeros desencantos del amor de amiga, comencé un proceso de reflexión sobre mi amistad con otras mujeres y nacieron muchas preguntas. Poco he compartido con mis amigas estas impresiones y nunca he profundizado tanto como quisiera, tal vez aquí no lo haga pero planteo el asunto.

Para mi una amiga es una relación de compañía en un momento determinado o indeterminado (esas son situaciones particulares), que va estar físicamente conmigo cuando puede (bien dicen querer es poder), que no tiene que conocerme bien, gustarle lo que me gusta, tampoco tiene que pensar o decidir por mi; se divierte con migo, llora conmigo, pero no se ahoga en mi tristeza porque es un ser individual.

Pero esta relación se ve intervenida por nuestros aprendizajes en la niñez: consejos, experiencias de nuestras madres y padres, hermanas, hermanos, mandatos específicos para mujeres. Con esto crecemos al tiempo que vamos forjando relaciones de amistad con otras mujeres, viviendo nuestras propias experiencias y sacando conclusiones de lo que una amiga es.

¿Racionalizamos estas experiencias? Yo pienso que no. A menudo corremos el riesgo de generalizar a las amigas por comportamientos que hemos visto en otras mujeres: chismosas, infieles, traicioneras, ofrecidas; son solo algunos comentarios que he escuchado que hacen mujeres sobre otras mujeres. El crecer con estas concepciones nos hace vivir relaciones de amistad temerosas, basadas en la desconfianza en la otra impidiendo que disfrutemos de la compañía mutua.

He observado, que idealizamos a la amiga, deseando que su comportamiento se ajuste a nuestros deseos y expectativas. Esperamos que sea leal, coherente… y todo lo que a modo particular consideremos deba ser para nosotras. Entonces entramos en conflictos cuando no es así. Cuando nuestra amiga “nos defrauda” porque se enamoró de nuestro novio, cuando expresa una idea y actúa de otra, cuando me lleva la contraria.
Exigir comportamientos a nuestras amigas lleva al deterioro y rompimiento de las relaciones entre nosotras. Por ende, al duelo, porque la mujer que conocimos no es la misma. Se siente un dolor profundo, te decepcionás, quien es ella ahora que no es tu amiga, entristecés. Luego, en el camino aparecen otras mujeres que son iguales o diferentes a vos o a tus amigas, y en la medida que vas comprendiendo que no hay que esperar nada de ellas solo disfrutar lo que ellas te puedan dar.

Alguna de estas situaciones me ha sucedido, me ha enojado, pero he aprehendido en el camino que la amistad te da el pleno derecho a diferir y observar, reclamar cuando algo no te parece y comprender; y que la mejor manera de no defraudarse es no esperar de mi amiga lo que yo desee, pues la amistad no puede estar basada en exigencias.

lunes, 10 de mayo de 2010

Tengo una playlist con tu nombre


Tomada de Internet


Tengo una playlist con tu nombre. Ahí está Zoe, Melody Gardot, Juan Pablo Vega, Nina Simone,  Teresa Cristina y otra gente. No, nunca los escuchamos juntos, bueno, uno que otro quizá.

El otro día la hice asumiendo que era al azar, pero era todo lo contrario. Vos sabés, se supone que es invierno, hay unos días de lluvia. Entonces me acordé que todo inició cerca del invierto y que pasé muchos días de lluvia junto a vos. 

Algunas canciones de la lista eran tuyas, otras eran mías, otras solo aparecieron en el camino, por eso es bien difícil desconectarlas de esos meses que nos veíamos una que otra vez.



Cuando me acuerdo de tu casa pienso en el café y la lluvia. En el arrullo, las películas, tu olor, tu cama, el montón de libros y tu mascota.

Nunca había pensado en esta relación. Fue rara, corta, cálida. Así me gustaba, estaba bien no tener mucho que ver, no toparnos a diario, no compartir mucho. Me gustaba tener lo justo para estar cerca. 

Tampoco había pensado en lo mucho que me gustó haberte encontrado en ese pequeño lapso. Creo que por eso conservo esa música, porque fueron buenos días. Pocos, pero buenos. 

En fin, es bueno volverte a ver, sentir como si nada hubiese pasado, seguir escuchando música, acordarme de vos.