Páginas

miércoles, 19 de octubre de 2016

Mi embarazo con #zika

Esa es mi ficha, la que acompañaba mi examen de sangre que iría al MINSA para determinar si tenía zika o no. 
Decidí hablar de como viví mi embarazo con zika porque durante las últimas semanas antes que naciera mi bebita sentí que poco se habla de esto, hay muchos números y pocos testimonios.  Además, hablando claro y pelado, lo primero que uno piensa al escuchar “embarazada zika positivo” es un bebé con microcefalia. Eso pensé yo y me llevó a sentir mucho miedo.  Y déjenme contarles algo, las mujeres que conocí durante mi chequeo con el MINSA sentían lo mismo, sin importar la semana de embarazo en la que te hayás enfermado.

Así que soy estadística nacional. Sí, soy una de las 840 embarazadas diagnosticada con zika que el Minsterio de Salud contabilizaba hasta el 30 de agosto de este año.

Recuerdo que ese miércoles en la madrugada me picaba la panza, como nos suele suceder a las embarazadas, pero al amanecer era demasiado así que corrí a verme al espejo y descubrí el rash. Juan Carlos muy positivo me dijo: “A  lo mejor es alergia”, y yo quise creer eso también. Pero en el fondo tenía dudas, por lo que de advertí que si ese sarpullido no se me quitaba después del baño yo de todos modos me iría al hospital. Y así fue.

Ya saben cómo son los hospitales, llegué a las 8 y algo, pero la doctora me atendió hasta la 1 pm porque era procesión de embarazadas la que estaba atendiendo, y valió la pena la espera porque fue ese tipo de atención que nunca esperás tener en Salud Integral. Me explicó que no todas las embarazadas que presentan el rash tienen zika, pero que debía hacerme el examen para saberlo. Yo quise contenerme de llorar, pero cuando comenzó a monitorear el corazón de la bebé yo rompí en llanto. Ella me calmó y me dijo que estuviera tranquila. Yo solo pude balbucear entra lágrimas: “No me quiero enfermar, quiero que mi bebé esté bien”.

Se supone que ahí tenía zika, pero yo no sentí nada, hasta la semana siguiente que me dolían las articulaciones. 

Cuando me calmé me orientó hacerme una biometría, volver al día siguiente a hacerme la prueba del zika que sería mandada al MINSA y tres días de reposo (en los cuales no reposé ni un pepino andando en el hospital). Dijo que si la prueba era positiva el MINSA llamaría, y el sábado muy de mañana tenía esa llamada en mi celular, preguntando por mi dirección para llegar a fumigar. Luego otra llamada más formal realizada por la Directora del Hospitalito de Ciudad Sandino, haciendo oficial mi diagnóstico “zika positivo”.

A ella le pregunté qué debía hacer ahora, cuál es el siguiente paso. Yo estaba asustada, no me sentía enferma para nada, nada me dolía, no tenía fiebre, no tenía sangrado… NADA, pero y cómo es que estaba enferma? La doctora debió escucharme muy asustada – ¡cómo no estarlo con todo lo que he leído sobre esa enfermedad! – así que me citó para ese mismo sábado en la tarde para un monitoreo fetal  y consejería. Cuando colgó el teléfono todo lo que pude hacer fue tirarme a llorar, tenía miedo, mucho miedo por la salud de mi niña. Estaba sola en ese momento, mi familia estaba cada quien en sus mandados justo en ese momento. Sentada llorando pensé: “Es bueno estar sola, así puedo llorar todo este miedo y angustia sin que nadie me esté diciendo que me calme, que me tranquilice y blablabla”. Y me fui al bañar y a seguir llorando hasta que casi se me acaban las lágrimas. Luego respiré profundo, mandé un chat a mi familia y a algunas personas cercanas y me dije que tenía que hacerle huevo a continuar. Llegó Juan y me abrazó fuerte y me consoló, él también estaba asustado.

Saben, he leído tanto, en mi trabajo nos dieron una capacitación sobre el zika, yo me he informado, pero, esta es una enfermedad nueva de la cual nosotras las embarazadas y me atrevo a decir que hasta el personal médico tenemos pocas certezas de lo que realmente puede pasar. Yo me sentí como conejito de prueba.

Otro día con zika. ;)

El zika a mí me dio en la semana 33 del embarazo, cuando se supone que no hay mayor afectación para vos o tu bebé, pero no hay información que pueda con el temor que se genera al pensar en que tu embarazo se complique. Y para ser más sincera, el temor que tu niña nazca con microcefalia, porque cuidar un bebé ya es complicado en sí mismo, ahora un bebé con discapacidad requiere mayor paciencia y mayores recursos económicos.  

Y aunque debo decir que del MINSA y de Salud Integral he recibido información útil, un seguimiento bastante continúo y riguroso de la salud del bebé yo no me convencí de que todo estuviera bien hasta que mi hija naciera, así pudiera tener todos los ultrasonidos del mundo, yo me sentía como Santo Tomás: “Hasta no ver, no creer”.

Sana y bella.

Así que en la sala de expulsión del hospital cuando mi hija nació y la pusieron en mi panza, lo primero que hice fue agarrarla y tratar de verla bien, pero la pediatra se la llevó muy rápido. Luego volvió para explicarme que por ser “hija de madre zika positivo” debían dejarla en observación por 48 horas para monitorear si no desarrolla alguna fiebre o cualquier cosa que no sea normal. Fueron las 48 horas más largas de mi vida, de hecho al día siguiente quería verla desde las 6 am y como no me dejaron me puse a llorar en el pasillo del hospital. A mi niña le dieron de alta a las 48 horas de nacida y fue una niña muy sana. Ahora han pasado tres meses desde su nacimiento y su desarrollo va muy bien. Ya la ví, ya estoy tranquila, ya estoy feliz yo y está feliz su papá. 





No hay comentarios: