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martes, 10 de febrero de 2015

El regalo más bonito es la Música

Tomada de Internet. No sé de quien es, si vos sabes, decime.
Sí, la Música es el regalo más bonito que a una le pueden dar. No se toca, no come, no se viste, ni se unta, pero llega a lo más profundo del alma. La música abre un mundo nuevo a tus oídos, a tu cerebro y a tu cuerpo; te hace sentir de todo lo que se pueda sentir en el mundo y sana el corazón. Con la música he terminado la tesis, hecho informes, festejado la vida, escrito blogs.

Y al día de hoy reconozco que me gusta TODO - casi TODO- lo que escucho en este mundo, desde los géneros más populares hasta los más desconocidos. Me gusta la bachata (obviemos que existe Romeo Santos, eso no está incluido), la cumbia, la charaga, la salsa, el hip hop, el soul, el pop y hasta el pasito duranguense.

Y mi lado oscuro en el mundo de la música se compone de Aniceto Molina, Banda Blanca y Gustavo Leitón, Fusión 4... y créanme, ES en su versión más pura, nada que filtraditos por La Cuneta Son Machin. Varias personas saben como me pongo cuando está sonando esa música, me brillan los ojitos, me sale una sonrisa complacida y ni modo, tarareo y bailo.

Aquí les dejo "La Cumbia de Don Martín", alegrísimo.







lunes, 9 de febrero de 2015

Volver a la cocina

Tomada de Internet


Este año decidí acercarme a la cocina, una gran reconciliación con las ollas y las comidas. Me metí a unos cursos de cocina y de decoración de queques. Gran poder de Cristo, ahora quien me aguanta en la casa de mi Papa que es pastelero. Lo decidí porque realmente me había peleado con la cocina y le he perdido el placer.

No es que no sepa cocinar o que no me guste comer, pero después de vivir tantos años en cuartitos donde no te dejaban cocinar, me acostumbré a comer poco y comer cualquier cosa  que te alcance con 100 pesos para 3 tiempos de comida.

Tengo que aceptar algo, cuando estaba desempleada comía mejor que cuando tenía empleo, hacía comidas ricas, sanas y baratas; pero cuando entré a un trabajo de 8 a 5 mi menú no varió tanto donde compraba la comida: arroz, frijoles, pollo y ensalada todos los días. Con ese menú tuve un mini lapso de vegetarianismo por que mi cuerpecito colapsó por comer repetidas veces carne.

Cuando pasé a vivir con mi Papá, había quien cocinara, pero me sumergí tanto en el trabajo que mi apetito disminuyó considerablemente. Solo sabía trabajar y dormir.

Entre muchas desventajas que tuvo eso en mi vida, he de mencionar que la que menos me gustó fue que bajé muchísimo de peso (al venir a la U pesaba 113 lbs y pasé a pesar 97), y son libritas que cuesta recuperar; aparte eso me bajó mucho las defensas por lo que pasaba enferma varias veces al año.

Ahora ando plan cocinita lover, en serio quiero preparar mi comida en casa, decorar los queques que pueda, e inventar cualquier combinación posible.

¿Cómo me irá? Pronto lo sabré.